Capítulo 1

Las cartas del ‘Prestige’

Pese a ser esta una historia de cartas, el vuelco al corazón viene por teléfono. Sin embargo, este relato nace en otro tiempo, 2002, y en otro lugar, Muxía, uno de los focos mediáticos y políticos sobre los que el mundo centró su atención por la deriva, hundimiento y contaminación masiva causada por el petrolero Prestige y el reguero de malas decisiones que escribieron su destino, y el nuestro.

Las profesoras Susana Seoane e Isabel Tomé, ya jubilada, vivían hasta ese año un curso más en el CEIP Os Muíños de la localidad gallega, con todas las complejidades y satisfacciones que un alumnado de 4º y 5º de Primaria supone. “Otra vez”, fue lo primero que Isabel pensó cuando el Prestige empezaba a naufragar:

“Yo ya pasé el [hundimiento del] Casón (1987) y dices ‘no puede ser… Otra vez. Aquí”.

Susana estaba en el bar colindante al colegio. Con un discurso enérgico y descriptivo, Isabel recuerda cómo corrió al Santuario da Virxe da Barca y, sin prismáticos, consiguió avistar el mastodóntico navío:

“La primera noticia fue al mediodía” y, al igual que a Isabel, a Susana le retumbaron en su cabeza dos palabras que suenan a profecía, muchas veces cumplida, en la costa gallega:

“Otro más”.

Susana, lo primero que recordó fue la imagen del petrolero Mar Egeo, que golpeó diez años antes su ciudad natal, A Coruña. En aquellas protestas sitúa también por primera vez una proclama que cambiaría el curso de la historia de los movimientos sociales: Nunca Máis.

Susana Seoane en el CEIP Os Muíños de Muxía

En el momento en el que se escriben estas líneas, el CEIP Os Muíños está en obras y Susana Seoane, la actual albacea de esta historia, especula sobre la ubicación de tres carpetas –roja, azul y negra– que guardan las oleadas de solidaridad que recibió el alumnado de entonces.

En medio del chapapote y “la rabia, la pena y la impotencia” que el Prestige generó, estaba "la ilusión de todas aquellas cartas", como cuenta Isabel Tomé.

Extractos de las cartas recibidas en el CEIP Os Muíños en 2002

Alumnado de Primaria pone voz a las cartas solidarias que llegaron por el Prestige desde distintos puntos de España.

“¿Estáis en la radio?”.

Pregunta una peregrina en medio de la entrevista que le hacemos a Isabel y que, más allá de la curiosidad, refleja el nuevo orden de la Costa da Morte: más turismo y menos pesca. Isabel resuelve rápido la pregunta:

“No”.

Y define el colegio en aquellos tiempos de caos como un oasis:

“Se podía jugar porque no había llegado el chapapote y los niños no se manchaban los zapatos”.

Un espacio libre de picor en la garganta y ojos, caras largas y miedo a un futuro que pintaba negro.

Tras una larga búsqueda, unas cuantas preguntas y cierto temor reporteril, las carpetas aparecen. Una tras otra, con listados de los colegios que enviaban misivas y una categoría propia en la que se confirmaba la contestación a las mismas. Un trabajo de archivo que, más allá de la emoción de aquellos días, nació con vocación de memoria colectiva, como afirma Susana Seoane:

“Lo guardamos como testigo de lo que pasó y ahora lo lees y parece mentira que pasáramos por aquello. Parece una distopía un poco rara”.

Isabel Tomé y Susana Seoane en el CEIP Os Muíños de Muxía

Susana Seoane revisa las cartas que, desde hace 20 años, archiva en el colegio

Entre todas las cartas, hay una que a la profesora le llama especialmente la atención.

En uno de esos listados, divisamos un nombre, Paquita Bermejo, un colegio, el Zuhaizti de Donostia y una carta en la que una profesora de Lengua y Literatura se ofrece desinteresadamente a iniciar una correspondencia solidaria entre su alumnado y el de Muxía. Inmediatamente, esa carta traspasa el tiempo y el espacio. Es como estar al lado de esa maestra, observando cómo enfila cada palabra con la determinación que solo la empatía es capaz de promover. Parece obvio: debemos dar con Paquita Bermejo veinte años después y cerrar el círculo de una carta que representa una de las partes más luminosas de la catástrofe Prestige.

"Pues no lo sé. Empezaron a llegar cartas al cole… Nadie era ajeno a lo que estaba sucediendo”, intenta explicar Susana Seoane.

“No fue nuestra iniciativa", tercia Tomé,

"un buen día empezaron a llegar cartas, primero de colegios gallegos y luego de colegios de toda España”.

Las dos profesoras recuerdan cerrar el centro “a las tantas”, enjugando las lágrimas en chocolate; una terapia epistolar que quisieron compartir con el resto del colegio:

“Colocamos las cartas en murales como hacemos con los trabajos que hacen los niños”,

rememora Seoane. Cartas que respondieron, una a una:

“Podíamos haber hecho un modelo, pero lo más agradecido era responder a mano cada una de ellas”, aduce Tomé.

Alumnado del CEIP Os Muíños de Muxía.

Susana Seoane e Isabel Tomé en el CEIP Os Muíños de Muxía

Isabel Tomé recuerda el apoyo solidario que recibieron por el Prestige

La docente rememora las horas que, junto a Seoane, dedicó a responder a todas las cartas que recibieron en 2002

Alumnado del CEIP Os Muíños de Muxía.

El Prestige y todas sus consecuencias comenzaron en noviembre de 2002, y su inundación también transformó las navidades de la Costa da Morte: “Fue una lluvia de cartas. Cartas que venían acompañadas de paquetes. Era inexplicable. Fue otra marea, pero de cartas”, zanja Susana Seoane al tiempo que ríe y sonríe. Tomé habla incluso de dinero en alguno de esos sobres, lo que indica, en cierta manera, el desconocimiento de las necesidades reales en ese momento y el mensaje que se había trasladado al resto de España.

Isabel Tomé responde en 2022 a las cartas solidarias que recibió por el Prestige

La maestra hace un repaso por las huellas que le dejó la catástrofe.

En una práctica más propia del periodismo pre Internet, llamamos directamente al colegio Zuhaizti de Donostia. Preguntamos por Paquita Bermejo. Hace años que se jubiló. Van a intentar contactar con ella. Será Paquita la que decida seguir con esta misiva de vuelta o, por el contrario, cerrar el sobre y tirar el sello.

Otra alternativa, la de Internet: tecleamos letra a letra con la excitación propia e impaciente que se espera cuando nos enfrentamos al todopoderoso buscador anhelando respuestas. El primer resultado es el peor de los presagios: una necrológica. Nuestra única esperanza es que esa mujer –en paz descanse– no sea la misma Paquita que decidió que la tragedia de Muxía fuera también suya y de su alumnado. Pasan las semanas y no sabemos nada de Paquita Bermejo.

En esta historia de misivas, hay otra carta que llega a los centros educativos. El remite es de la Xunta de Galicia. En “La Circular”, así denominada por el investigador Pablo Meira en Educación ambiental en tiempos de catástrofe: la respuesta educativa al 'Prestige', la Consellería de Educación, además de advertir al profesorado de su posición de “neutralidad” y “objetividad” a la hora de hablar del desastre, “calificaba a las actividades y a los materiales didácticos elaborados en los centros sobre la catástrofe y sobre la respuesta social a la misma como productos de publicidad y propaganda”. Por tanto, quedaba “prohibida su elaboración y exposición pública en los centros de enseñanza”.

Aunque Susana e Isabel no recuerdan la recepción de dicha circular, la primera sostiene que hubo presiones y que, en su caso, no surtieron efecto:

Colgamos una pancarta en la entrada del colegio con el artículo de la Constitución que defiende la libertad de cátedra. Había presiones, pero éramos jóvenes y despreocupadas ”.

Este era el discurso de una parte del profesorado gallego frente al institucional, que el entonces presidente autonómico de Galicia, Manuel Fraga, exponía así:

Hay una violación grave, es la de la conciencia de los alumnos que hacen algunos profesores. No le tengo que decir de qué grupo político son. Eso es una vergüenza, una absoluta falta de respeto a los niños, a los padres y a Galicia. No tiene nada que ver con la libertad de expresión ”, declaraba irritado el otrora ministro de Información y Turismo durante el franquismo.

De nuevo el teléfono.

– ¿Colegio Zuhaizti?

– Sí, dígame.

En nuestra cabeza, la esquela o la posibilidad de que Paquita Bermejo hablase veinte años después de las cartas.

–Encontramos a una Paquita Bermejo en Internet y, bueno, una pena. Casi nos preguntamos si podíamos…

–¿Pena? A ver, yo ya le dije a su hija y ella está pendiente.

–¿Cómo? ¿Está viva?

–Sí, sí, afortunadamente.

–Claro, claro.

–Ella tiene vuestro contacto, pero quizás no quiera contactar. Sé que tuvo una mala experiencia con lo del Prestige.

–Ah… bueno, lo importante es que esté viva. A ver si hay suerte y nos llama.

No queremos imaginar la cara al otro lado del teléfono ante semejante celebración de una persona viva que siempre lo estuvo.

El Prestige es una historia que guarda en su interior varias capas. Capas sobre las que lleva plegando y extendiendo sus reflexiones muchos años la maestra Susana Seoane:

“La capa de la melancolía, la tristeza y el rechazo. Después, la siguiente era de sentirte acompañada, de la solidaridad entre la gente, de mujeres organizándose para preparar una olla de caldo a la gente que venía de fuera a limpiar, porque no había medios”.

Una historia repleta de heridas abiertas y de un pueblo, Muxía, partido, como el Prestige, en dos.

En crudo, Isabel Tomé:

“En la primera manifestación, algunos marineros se levantaban, salían a la puerta del bar y miraban como diciendo… ‘ahí van esos pringaos… ¿de qué se quejan si ya tenemos el dinero, si ya está arreglado?’”.

En poético, Seoane:

“Hay algo que queda ahí enterrado, que quisieron callar muchos y que aún sigue ahí… Como un rumor, que siempre está por detrás y que siempre recuerdas cuando vuelves a pasar por aquellos sitios”.

Paquita Bermejo en el colegio Zuhaizti de Donostia

Susana Seoane reflexiona, en 2022, sobre las cartas solidarias que recibieron por el Prestige

La profesora recuerda en una carta la catástrofe y sus consecuencias.

A Susana Seoane aún le ronda una pregunta: “¿Por qué vinieron a ayudarnos? No lo entiendo todavía. No volví a ver un movimiento de solidaridad tan grande como aquel”. Tomé denuncia otro mal siempre asociado al tiempo: el olvido. El miedo a que al alumnado de hoy “no les hablen de cositas feas”. Ante el pesimismo de ahora, Tomé recobra el ánimo y vuelve a enardecerse pensando en las familias que construyeron el relato desde el maltrato al medio de vida de la Costa da Morte y a todas las mentiras que vertieron sobre sus habitantes.

–Hola. Dígame.

–Hola, soy Paquita Bermejo.

Contundente, como en la carta. Amable, como en la carta. Veinte años después, a Paquita le hizo gracia escuchar nuestra petición de hablar sobre las cartas del Prestige.

Paquita Bermejo recuerda la experiencia del carteo con Muxía

La maestra define como "muy emocionante" el intercambio epistolar entre el Colegio Zuhaizti de Donostia y el CEIP Os Muíños de Muxía

La maestra recuerda sin fisuras cómo se enteró del desastre y cómo se coordinó con su alumnado para seguir la noticia e interesarse por lo que pasaba al otro lado del corredor cantábrico:

A mí me pareció una tragedia, sinceramente. Una tragedia con la que lo único que podíamos hacer era socializar ese dolor, solidarizarnos. Ser afectivos con la gente, con la situación, con el medio ambiente, con todo...".

Entre la felicidad de aquella iniciativa de ponerse en la piel de la gente de Muxía se filtra una sombra que a Paquita aún le escuece:

Un profesor contestó", recuerda que a máquina,

diciéndome que por qué yo me tenía que preocupar por lo del Prestige, que ellos ya solucionarían sus problemas y que yo ayudara a solucionar los míos, que eran los de ETA, las matanzas de ETA”.

Tras aquella respuesta, Bermejo reconoce:

Me dejó tan cortada que no tuve sangre para seguir estimulando a los niños para que volvieran a escribir a los amigos que se habían echado”.

Tras el borrón, de nuevo la luz. Paquita Bermejo recobra ese tono de maestra que entraba en el aula siempre con el mismo proceder: llevar a clase todos los mundos posibles y, a partir de ellos, crear nuevos. Igual que Isabel y Susana. No resulta difícil remontarse a aquel crudo invierno de 2002 e imaginar en Muxía, a Isabel Tomé y a Susana Seoane y, en San Sebastián, a Paquita Bermejo, empapelar, a un lado y al otro la misma pared con aquellas cartas. Las cartas que llegaban y eran correspondidas con la misma ilusión, emoción y compromiso. Pese a todo. Pese a todos.

Una de las cartas recibidas en el CEIP Os Muíños de Muxía.

Paquita Bermejo lee la carta que envió en 2002 al alcalde de Muxía

Las palabras de Bermejo recogen la solidaridad que expresó en su primer contacto escrito con Galicia.

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  • Textos y edición de audios: Lucía Abarrategui, Sergio Pascual y Lolo Rey
  • Fotografía y videos: Brais Lorenzo
  • Diseño: Daniel Paíno
  • Desarrollo: Javier Casajús
  • Producción: La Marea